«e maestro Asdai Crescas que fue en este tienpo me conto que viera colgado al cuello el psalmo que comiença aser ays que entre nos otros dize beatus vir. Que luego el paçiente sudaua sy era de ojo. E si non sudaua paresçia su complexion estar mal conçertada por el daño de façinaçion reçebido. Avn por virtud de suspensiones e aplicaçiones fablan los tales que fallan esto como poniendo sobre los pechos la piedra de carbunco que se falla en el»