«dentro del sancto sepulchro los regidores de·la ciudad de Jherusalem los quales mismos abrieron las puertas y nos contaron vno a vno: y por cada qual luego pagamos cinco ducados. Nunca el templo santo se abre ni lo permiten sacado al tiempo que hay peregrinos o por mudar de nueuos frayles para la guarda suya continua. Y luego que fuemos dentro tancaron las puertas: lo mismo entraron el guardiano con muchos frayles otros que tenia. §»