«yerro que ella consentiesse. Y ya visto por el rey que estos no querian confessar la verdad mando los muy cruelmente atormentar: tanto que las llagas que soffrian eran de mayor dolor que la misma muerte que esperauan: pero ni por aquello ninguno pudo tanto doler·se de si mismo que mayor temor non ouiesse del peligro del otro: y quanto mas los tormentauan tanto mas cadauno hazia las culpas suyas. Y ansi como aquella donzella»