«haya quien vos delibre. Ahe que ya veo llanamente que en·el infierno ninguna redempcion hay de algun peccador. Amado mio entiendes tu la verdad: sabes el enxemplo de·la piedra que te he recitado. Di me pues que es lo que sientes de aquel: que juzgas: que determinas? Verdaderamente pienso que la razon no podra discordar que no sea assi en·la verdad como ha sido recitado. Piensa pues diuersas prouincias:»