«Gismunda, Tisbe, la donzella de Huescha, e la dona del Castell Rosello, con otras algunas enamoradas que de·los hombres huuieran seido Pyramos comienço e fin, si el nuestro Oliuer no lo oujera. Seguido de quales los de agora en esta parte les somos no aya yo a descobrir el secreto. Basta ya, sepan las donas nos gloriamos no de bien amar en verdat, mas de tan enganyosamente tratar·las, que»