«la gracia del Spiritu sancto que por ellos habla: por·ende se dize aquello del Sabio a·los .xviij. de sus Prouerbios. No toma el loco las buenas palabras de·la prudencia si·no le dixieres el mal que rebuelue por su coraçon y dentro tiene. No es del hombre tener los ojos al colodrillo ni ver sin la vista ni entender por la misma forma las cosas de que su entendimiento quiere apartar: no quieren los»