«que se era ydo recibio gran enojo: y ya mucho mas de que supo por la emperadriz que a ella sola se hauia descubierto: como el cauallero que la hauia defendido era el buen conde de Barcelona. No supo como remediar·se el emperador don Enrique quando tan vencido se fallo por la tan grande virtud del magnanimo conde: y a·la postre no paro fasta embiar la emperadriz a Barcelona y mandar·le que si de»