«suauidad que se causa del amor de Dios. E assi sea mi alma enchida d·este amor de Dios: como de·la flor: e grassa del trigo. Seran apascentados esso·mismo en·la eternidad de·la perpetua seguridad. E aquellos seran paixtos verdes: ca nunqua se secaran: mas siempre estaran verdes. E duraran en su perenal belleza. Ahe que tierra: e quan buena en·donde tan abundosos. Tan gordos:»