«que miserables gritos y de lamentable compassion echauan entre tantas muertes catiuerios y injurias. Los principes barones y señores vieras fechos moços y porcarizos o vaquerizos. Los niños que eran de diez años y ahun menores forçauan y costreñian a·los ritos de su perfida y abominable secta. Guay de nos como fue escurecido el oro resplandiente de·la sabiduria por las tiniebras de·la ignorancia: el oro de·la dignidad por la vileza de·la seruitud»