«pudo dezir yo ser aquella madrastra tanto amada de vosotras: ni vosotros creer·lo terneys ocupados los sentidos. Mas jnujando otra vez las palabras al enamorado asy le manjfesto quantas desauenturas padecer se·pueden vuestra senyora sosterna antes que sin vos partiese de donde sta a·deliberado. Y leyda la carta el enamorado de su senyora sigujendo la pena que amor sintiendo d·aquella la gujaua: vino a dezir. Pues la aduersa Fortuna de nuestros males»