«y la triste y llorosa madre doña Beringuela de Muncada: que recurrian a su alteza y no sin muchas lagrimas: que no tenian otro fijo y de aquel solo colgaua todo el consuelo y esperança de su vejez: por le suplicar y pedir de mucha merced que le pluguiesse de hauer memoria de·los tantos seruicios del noble almirante y de todos los suyos: y que le mandasse boluer a buscar que fasta que d·el supiessen nunca se»