«la lengua, ca el non se podria vituperar mas por otro que por si mesmo, ca asy como el es señor de·la su lengua asy yo so señor de·las mias orejas. E veyendo el rey tanta tenprança como aqueste avia, llamo·lo e fizo·lo asentar a sus pies; e demando·le como avia podido sofrir de oyr tanta villania, e non se ensañaua jamas. Respondio el sabio: por tanto como»