«la justiçia y esperança de Dios del todo olbidada: sin otros diuersos malefiçios que en el mundo acometen. E contra nosotras con·grandes deportes secutan: los quales por no fatiguar nuestra vida me dexare: pues me azen testimonjo de·sus maldades: las grandes penas que por ello de cada dia reçiben. E si vn defeto por acçidente en nosotras fallaran nos aborreçeran para siempre. Y llegando se la madrina a·la donzella puso sus»