«qual tan flaca y desarmada obrezilla como es la nuestra osaria esperar: ni las tantas afruentas de los tantos deslenguados: ni los tan desatinados furtes de·los tantos presumptuosos: ni los peligros tan de muerte de·los que tiran tan con yerua: como los tan ponçoñosos reprehendedores de agora que no perdonan ni atreguan a persona que maliciosa no sea y conforme con su vileza: ni suffren que otros suplan el defeto que en·ellos hay»