«vimos de gentes abominables que a·mi el grande espanto que tenia d·ellas no me las dexo mirar: porque la diformidad de sus rostros era tan sin medida que sus mudanças y llantos mas me desfiguraron que no la trabaiosa vida passada: sallian de sus bocas vnas encendidas llamas tan grandes y con tal gana resuffladas que sino que lo vehia no lo puede consentir a verdad: concluyendo que de·los infernales fuegos que de sus oios»