«se puede, acompanyado de tantas passiones e tales, que la muerte, la qual por la mas graue juzgamos, como ha vn bien e fin de todos sus males desear se deuria. E pues qualesquier de mil acidentes e viles bastan quitar la vida, deuriemos no llamentar, mas festeyando comemorar la muerte de aquell que virtuosamente la pierde. No se deue stimar, ni mas vale seƱora el espasio del biuir de quanto por»