«leuauan la su anima en parayso, por la qual cosa el ermitaño se començo a desdenar, considerando que aquel que avia fecho tanto mal e que por tan poca penitençia era saluado, penso·se en su coraçon de ver y prouar en su tienpo los deleytes del mundo, pues que el parayso se ganaua por asy poca cosa, e de continente dexo el hermitaje para andar a ver el mundo, por la qual cosa el»