«del conde su señor como por acompañar tan noble mensageria y tan procurada por su industria fue muy contento de·lo aceptar: llegados a Barcelona todos acordaron que el don Guillen Ramon començasse a explicar: mas como el conde le vido que le tenia mucho en mala figura: porque le hauia muerto al arçobispo de Tarragona mensagero suyo para el sancto padre no pudo detener se a que en son de muy enojado no le dixiesse: marauillado estoy»