«de nuestro Aragon: que la sintieron mucho menos despues en sus afruentas y necçessidades. Mas que faremos a·la grandeza tan desygual de aquel coraçon tan alto del rey don Alfonso que si no diera como dio nunca se viera ni alegre ni contento: nunca fiziera tan soberanos y marauillosos fechos que su poder era poco para salir con tan desygualadas empresas como el tomaua: y cumplia que donde su poder no bastaua supliesse tanto la magnificencia»