«de oro e fue con·ellas ante el obispo. Como el clerigo fuesse por el obispo mucho redarguido e increpado por esta sepultura del perrito: finalmente mando que fuesse leuado a·la carcel para ser castigado e punido. Viendo se el sacerdote en·este rigor: dize al obispo. O señor padre: si conosciesses de que prudencia era aquel perrillo: non te marabillarias por yo aver lo enterrado entre los ombres: ca por cierto»