«señalados: nunca me consintieron pensar ni creher: que tu pudieras matar la reyna: por mucho que fuessen irados y necios mis mandamientos. E allende de todo esto: tu discrecion no dio lugar de poder me irar contra ti. y conozco que si la reyna erro contra mi: no nacio su error de malicia: mas dio la causa la inuidia de·la concubina. Tan grande es aqueste seruicio que hoy recibo de »