«cierto bien paresce que la gente que aqui yo vi no pudieron matar la sirpiente: e quiça ella con el recelo que d·ellos tuuo no oso salir de·la cueua. Por·ende considerando tu necessidad me pareçe deues tu entrar en·la cueua: e con tus mesmas manos matar la. y procurar tu salud. El triste del ximio muy descuydado de tal engaño: y muy desseoso de acometer qualquier peligro »