«Dios que nunca je·lo el huuiesse encomendado. ca en aquella su casa hauia tantos y tan grandes ratones: que no podian defender les cosa alguna. los quales lo hauian roydo de tal suerte. que nunca el se diera acata d·ello: hasta que lo huuieron todo comido. de·lo qual tenia tan grand pesar: que no je·lo podia dezir.§ Respuso el dueño del fierro: en toda mi vida hoi »