«con rostro muy humjlde: y gesto muy mansueto: y dixo·le. Dios te salue sancto hermitaño amigo de Dios. Renegando yo las cosas del mundo pobre y desnudo he deliberado llegar a·tu celda: por pedir te por obediencia y bondad: que no menosprecies mi compaña: y te plega rogar a Dios por mi alma. El hermitaño que vio gesto tan penitente y tan sanctas palabras: acogio lo de muy buena »