«dia lo que el le hauia mandado: fue condenado en haue·lle de dar su salario: y quedaron sus joyas por adreçar.§ Mouido yo pues por·el enxemplo del mercader: viendo quan poco aprouecha el plazer: que aqueste mundo engañoso nos muestra: propuse de·le despedir con todas sus vanidades: y assentar·me en·el seruicio de Dios: cuyo galardon: ni engaña: ni puede ser engañado. Y tuuiendo por cierto que »