«sangrientas moiauan las verdes yeruas. Euro e zefiro entrados en las concauidadas de nuestra madre queriendo sortir sin fallar salida la fazian temblar. E yo sin ventura padesciente la desnuda e bicortante espada en la mi diestra miraua: titubando con dudoso pensamiento e demudada cara: sy era meyor prestamente morir: o asperar la dubdosa respuesta me dar consuelo. La discrecion fauoresce e suplica la espera. la congoxosa voluntad la triste muerte »