«fue cosa de espanto: el oyr la vozeria y estruendo de·los vnos y ver el ferir y pelear de los otros. Mas en llegando el rey don Pedro: en asomando la tan siempre vençedora seña real de Aragon con el blason de·las quatro cabeças de moros començaron mas a temer los africanos: ca bien conoçieron por las tristes señales que de vençedor de grandes caudillos moros aquella real seña deuiera ser. Pues en poniendo»