«de que el sancto padre supo quan limpiamente lo hauia el rey mandado fazer y se hauia ello fecho quedo contento y satisfecho. Los sicilianos entonce agrauiados del tan crudo despedimiento y desamparo tan seco de la real casa de Aragon: dieron quexos muy grandes del serenissimo rey don Jayme que assi los desabrigaua y despidia de·la sonbra de su alteza. Amigos ( dixo el rey ) no os puedo yo mejor sonbra ni amparo mas seguro»