«fasta el monte de Dios que llamauan Oreb. E en todos aquellos quarenta dias e noches non comio mas. E por ventura podiera Dios apareja·lle en aquel desierto mesa de mejores e mas manjares. çiertamente si podiera, mas non lo fizo. Jten esso mesmo Adam el en·el lago de·los leones metido enbio por el profeta Abacuc la olla de·las legunbres que lleuaua para sus segadores. Los quales»