«lo: e dar lo a los otros. O quan limpias deuen star aquellas manos: quan pura la boca: quan sancto el cuerpo: quan sin manzilla el coraçon del sacerdote. a quien tantas vezes entra el fazedor de·la puridad. De·la boca del sacerdote no deue salir palabra alguna sino sancta: honesta: e prouechosa: pues tan a menudo recibe el sagramento. Sus oios deuen ser simples: e castos: pues suelen mirar»