«empero la tempestad era tan braua que ninguno se atreuia salir: fueron a·la postre a·le llamar y en llegando se derribo el rey a sus pies y le dixo. Yo soy el que peque: yo dixe blasfemias: yo prometo de fazer emienda. El santo hermitaño le agrauio mas la culpa: y entonce con pauor grande el rey confesso y se desdixo publicamente: y quanto mas con lagrimas y firiendo sus pechos el»