«del mundo: oprobio y confusion de·la religion christiana. Pues con que rostro osare yo llegar misericordioso señor delante tu majestad? Con que ojos te osare mirar? Con que seguridad me porne confuso delante tu acatamiento? Por cierto señor clementissimo, tan perdido y avergonçado como el ladron a quien se halla el furto en·las manos. O triste, miserable, desaprouechado de mi: que tal sperança pudo tener, siendo tan gran pecador.»