«y morada de·la incomprehensible diuinidad, siendo yo tan indigno, y tan gran pecador: no tuuiere por bien de me consentir llegar a besar los: besare entonces la tierra bendita, que con sus sanctos pies hollo. y pues es su misericordia muy cierta, no me leuantare, ni me partire dende, hasta hauer le rezado palabras tan dolorosas, y llenas de piedad, que la inclinen a rogar a su fijo precioso por»