«saluar me. Perdona me ahora señor: como perdonaste al ladron puesto contigo en·la cruz. inclina pues mi dios y señor los oydos a mis dolorosas y humildes suplicaciones: ca tu eres mi fortaleza y refugio: y en tus piadosas manos encomiendo mi vida y mi alma: ahora y eternalmente para siempre jamas. Ca si tu señor me despides: quien me recojera? y si tu no me quieres veer: quien me»