«la flaqueza humana no pudo çufrir la majestad de·la gloria de·la diuinidad: oyendo los sanctos apostoles la terrible voz de·la nuue: cayeron encima sus rostros. E por·ende dize Remigio: cayeron los discipulos para delante, en señal de su santidad: como cayeron los señores ante del trono encima sus rostros: y como suelen caer los malos para tras, en señal de su maldad: como cayeron los judios sacrilegos,»