«nosotros la gracia: menospreciando las lagrimas de nuestro maestro Jesu: mas por sentir el effecto de aquellas: lloremos nuestros pecados, y quitemos del sepulcro de nuestras consciencias la dureza del proposito de pecar: porque dignamente resuscitemos con Lazaro: y perdiendo el hedor de nuestras peruersas operaciones: ganemos aquella compañia tan noble de·los apostoles, en·la perdurable gloria y eterna, donde no haura mas dolores ni llantos: mas gozo sempiterno y»