«grande y esclarescida ciudad, y en recebimiento tan glorioso y magnifico: donde no contento el pueblo de le ennoblescer las calles, con muchas maneras de ramos, atauiando las con sus propios vestidos: con melodias y cantos suaues le saludauan: como persona real y diuina. No escogio el bendito señor cauallos muy guarnescidos, ni mulas mucho brocadas, ni atauios broslados, como suelen los principes temporales hazer: ni consintio en tan sanctissimo recibimiento»