«era la inuidia de·los sacerdotes mas mortal y rauiosa: y quanto crescian mas sus honrras: tanto mas les atormentaua el dolor. porque se cumpliesse la prophecia del glorioso Dauid: de·la boca de·los chiquitos y de·los que ahun tetan la leche, acabaste señor tu alabança. ca los canticos y loores, descendiendo del monte Oliuete: je·les començaron de dezir los mayores: y despues en·la ciudad y en·»