«las afecciones terrenas, que nascen de·los apetitos desordenados de·la imperfeccion de·la sensualidad. porque teniendo, como reza Bernardo, las intenciones y obras sin reprehension: las affecciones del alma mientre que andan en·el poluo de·las vanidades de aquesta miserable vida: no pueden ser muy enteramente lauadas y limpias: en·las quales se verifican aquellas palabras, si dezimos que no tenemos pecado: nosotros mesmos nos engañamos, y no hay»