«pudo matar ochocientos. Pues si aquestos con·el adjutorio diuino pudieron cosas tan espantosas: que marauilla pudo ser que a·la presencia y palabra de Christo cayessen sus enemigos? E como se leuantassen de muy amedrentados todos temblando: pregunto les otra vez el piadoso señor. A quien buscays? Respondieron ellos, perseuerando ahun en su concebida malicia. A Jesu nazareno. Respondio el glorioso Jesu. Ya os dixe que yo soy. Mas por·»