«nosotros el dulçor de su caridad: la qual nos anuda con·el, sin poder nos jamas desatar. y aquesta nuestra atadura y señal tan segura de su caridad, fue muy bien segurada, por aquella cuerda vermeja, que aquella mala mujer Raab tenia atada a·la ventana de su posada, en señal de saluacion de todos quantos en·ella estouiessen. cuya historia leemos en Josue. ca la alma nuestra mala y adulterina,»