«y puestos de continuo en·el altar de·la mortiguacion de su propia voluntad, cada dia se ofrece a Dios en muy biuo y salutifero sacrificio. O coraçon de piedra: el que a tan hiruiente calor de huego de caridad no te ablandesces: y a tan rigorosas tiradas de cuerdas no te mueues de tu pertinacia. Di me que crehias deuia hazer tu redemptor por tu remedio, que no lo haya»