«minimos pobrezitos que entre vosotros andauan fezistes, a mi lo fezistes: yd por·ende malditos de mi padre en·el fuego eternal, el qual jamas terna remedio ni fin. O tristes y por·que no acortamos algun poquito la largura de nuestros vestidos: porque siquiera de·lo superfluo pudiessemos vestir algun Juan? Averguencen·se los juezes y testigos de nuestros tiempos: los quales, o por humano amor, o temor, o desordenada»