«dexado en·las manos nephandissimas y sacrilegas de·los lobos fambrientos y rapacissimos: leuaron le con infinitos denuestos dende el huerto a casa de Annas, suegro de Cayphas: el qual era en aquel año pontifice. Contempla agora: o alma cristiana, y derrama comigo lagrimas de compassion y dolor: viendo el saluador de humana natura tan sin reuerencia tractado, con tantos golpes, con tantas coçes, empentas, y denuestos: sin jamas murmurar. Piensa»