«Assi aquella triste compaña, atinando alguna vez al son criminoso de·las trompetas: y a·los apellidos de·la muchedumbre de·la gente que salia por las calles, a ver tan nueua justicia: llego al encuentro de dos calles, donde ya el regozijo de·la gente se adelantaua: y como llegasse ende el redemptor de humana natura, tan afligido y apressurado, atadas las manos y la garganta, descabellado y en cuerpo,»