«de·los justiciados, se hazia el camino. y llegando ende los lobos mordaçes: cresciendo siempre su ira y rancor, puesto en medio el cordero mansueto y benigno: tan disforme y desfigurado venia, que viendo la desdichosa madre su gesto, ningun conoscimiento tuuo del rostro: mas toda turbada con·el rostro sangriento, y con las manos llenas del delicado y tierno cuero de aquel, començo de llorar y dar bozes. Adonde vas»