«habla, como los reprouados iniquos ministros no otorgassen spacio al piadoso Jesu: de aconsolar y responder a·la madre, bueltos en·ella los ojos de su jmmensa misericordia y clemencia, con rostro mas benigno y humilde, que alegre: la saludo. Quien ahora podria dignamente pensar el desconsuelo de nuestra señora? quien podria scriuir los lloros y angustias de aquella compaña tan noble? no se podrian por cierto ahun medianamente llorar tan»