«mesmo Jesu en·la temptacion del desierto, de ser leuado por el diablo arriba en el monte: mas no consintio de·le deuer adorar. y assi podemos nosotros ser leuados a·los lugares peligrosos de temptaciones: mas es en nuestra mano de no consentir en·las temptaciones, ni consentir al pecado. y en caso que a alguno llegue la tal temptacion recorra luego, y recuerde lo que dize el Psalmista. Tu»