«con los ojos de su diuina piedad y clemencia: porque como escriue Jeronimo, no es possible que quede en·la escuridad de·la negacion del peccado, aquel a quien cato y visito la lumbre del mundo. començamos despues de llorar, quando de dentro se abiua y se enciende en nosotros la centeja, o llama del conoscimiento de nuestra consciencia: y dende salimos a llorar amargosamente dehuera: quando dexado el envegescido costumbre»