«fresco, e la raposa veyendo·lo penso como lo podria aver; tanto que conosçio que en ninguna manera non lo podia aver sinon lagoteando, e començo·le a dezir: conpadre, mucho me plaze el vuestro dulçe canto, e digo·vos que muncho semejays al çisne en la vuestra blancor, que vos resplandesçeis tanto como la niue, e digo·vos, dixo la raposa, si el vuestro cantar es semejante a la belleza»